SOLEDAD Y VACÍO CRÓNICO: UNA PANDEMIA SOCIAL
por Uberto Mondolfi
Si prendemos el televisor y nos tomamos un tiempo para analizar los comerciales y la programación que nos presentan, nos daremos cuenta que estamos siendo bombardeados por una cantidad de mensajes dirigidos a que nos llenemos de posiciones, consumamos substancias, busquemos actividades excitantes o perfección física. ¿Nos hemos parado a preguntar por qué son tan efectivos?
Somos víctimas de un fenómeno en el que estamos acostumbrados a llenarnos o a buscar el placer instantáneo o el “quick fix”, sin darnos cuenta que este “fix” es de muy corta duración. No queremos enfrentarnos a los verdaderos monstruos de la soledad y el vacío interior.
Soledad es completamente diferente a estar solos. Escogemos estar solos para encontrar tranquilidad y quietud; para dedicarle tiempo a las cosas que nos llenan y nos apasionan. Pero el dolor de sentir nuestra soledad proviene de un lugar muy obscuro debido a que nuestra desconexión y separación de otros no son de nuestra escogencia. Soledad es un sentimiento de descontento sobre nuestra desconexión y separación en donde añoramos el contacto con otro ser humano. El aislamiento y la desconexión pueden ser altamente depresivas y vienen acompañadas de un sentimiento de no ser querido, de no ser aceptado, de ser invisible, triste y abandonado. Podemos sentir pesadez, vacío, aburrido, aislado, aparte, o excluido. Podemos experimentar una sensación de estar fuera mirando hacia adentro de la fiesta.
El sentirnos no apreciados, sin esperanzas, vacíos, solos, aparte, sin valor para los demás, y separados del resto del mundo nos puede llevar a desear no haber nacido o inclusive querer morir.
La soledad es comúnmente confundida con sentirnos vacíos. El sentirnos vacíos viene de una desconexión de nuestros más profundos deseos y necesidades. Es posible que conozcamos y estemos en contacto con nuestros deseos y necesidades, pero estamos aterrados en movernos y tomar acción para llenarlos. O es posible también que no tengamos todavía la paciencia que se necesita para conocernos y reconocer que nos gusta y nos atrae verdaderamente. Si no estamos en contacto con nuestras emociones no sabremos qué es lo que realmente queremos llenar y caeremos en la pereza de los mensajes que las sociedad nos trata de vender.
Un verdadero bienestar y sentimiento de pertenencia llega sólo al reconocer y experimentar nuestra soledad y vacío interior, dejando que nos indiquen y apunte hacia lo que verdaderamente estamos buscando. Detente, siéntate, respira y pregúntate: ¿Qué estoy sintiendo en este momento?